¿Qué género tienen las cosas?

Cuando nos adentramos en el estudio de otras lenguas nos descoloca ver cómo el género de muchas palabras no coincide. Lo que en nuestra lengua se designa con una palabra masculina en otra lengua se designa con una femenina y viceversa. Sobre el género de las palabras sánscritas ya hablamos en el artículo titulado «Cuestión de género«. Todo ello nos lleva a concluir que la asignación del género de las palabras es un asunto bastante arbitrario. ¿Por qué para nosotros el sol es masculino y la luna femenina y, en cambio, en sánscrito ambos son masculinos? ¿Por qué los ríos son masculinos para nosotros y femeninos en sánscrito? (Ver el artículo «Los ríos tienen nombre de mujer«) ¿Por qué la flor, a la que nosotros asignamos el género femenino y asociamos a la feminidad, en sánscrito se designa con palabras neutras como puṣpa y kusuma?

Por otro lado, en la lengua sánscrita nos encontramos con conceptos que se pueden designar con palabras de los tres géneros, como en el caso de «cuerpo», para el que se puede emplear la palabra masculina kāya, la femenina tanu y la neutra śarīra.

Hay casos en los que el género de las palabras deja de ser tan arbitrario, sobre todo cuando nos referimos a seres vivos sexuados, como los animales. En este caso, es lógico que al macho se le designe con una palabra masculina y a la hembra con una femenina. Ejemplos de esto son: caṭaka – gorrión, caṭakā – gorrión hembra; haṁsa – ganso, haṁsī – oca; aja – cabra macho, ajā – cabra hembra; vyāghra – tigre, vyāghrī – tigresa, etc.

También en lo que concierne al ser humano se da esta correspondencia entre sexo y género gramatical. Si rājan es el rey, rājñī es la reina; si putra es el hijo, putrī es la hija; si yogin es el que practica yoga, yoginī es la que practica yoga, etc.

Pero incluso aquí encontramos algunas excepciones que nos devuelven a la arbitrariedad. Un ejemplo curioso es el de la palabra «esposa», que puede expresarse en sánscrito con palabras de los tres géneros: bhāryā, femenina; kalatra, neutra; y dāra, masculina.

Como podéis observar, el género de las palabras es uno de los temas más misteriosos de las lenguas y de los que más da que pensar.

 

La que debe ser mantenida

Analizar los usos y costumbres de una lengua, así como algunas de sus palabras y expresiones, puede aportarnos mucha información sobre cómo se organiza una determinada sociedad y qué ideas conforman su sistema cultural. Esto sucede con una palabra sánscrita con la que se hace referencia a la esposa y que no destaca precisamente por su romanticismo. El término bhāryā es un participio de futuro pasivo, una forma verbal derivada de la raíz √bhṛ – «mantener, soportar», que podemos traducir como «aquella a la que hay que mantener» y que, aunque en origen se trata de una forma verbal, se usa también como sustantivo para referirse a la esposa. Queda evidente que en la cultura tradicional de India, e incluso en la nuestra hasta no hace tanto, estaban más que asumidos los roles del hombre y la mujer, y que el mantenimiento de ésta estaba a cargo del marido, una situación que en nuestra sociedad actual empezamos a superar.

Lo de convertir un participio de futuro pasivo en un sustantivo se da en otros casos. Por ejemplo, kārya, del verbo √kṛ – «hacer», es «lo que debe hacerse» y como sustantivo significa «el deber». La forma deya, del verbo √ – «dar», es «lo que debe darse» y como sustantivo significa «regalo». Por otro lado, śiṣya, del verbo √śās – «instruir», es «el que debe ser instruido» y como sustantivo significa «alumno». De pramā –«medir», «comprobar» obtenemos prameya, «lo que debe ser comprobado» y que como sustantivo tiene el significado de «objeto de conocimiento». Del verbo √pūj-«venerar» obtenemos pūjya, «el que merece ser venerado», y que como sustantivo se refiere a una persona venerable u honorable. La forma stheya, » el que debe ser establecido», de la raíz √sthā -«establecer», «colocar» se utiliza como sustantivo con el significado de «árbitro», «juez», ya que es la persona que debe ser establecida para resolver un conflicto entre dos personas. Estos son algunos ejemplos de la sustantivización del participio de futuro pasivo en la lengua sánscrita.

Lo más parecido en nuestra lengua es el uso de adjetivos acabados en -ible como sustantivos, por ejemplo, cuando usamos con valor de sustantivo palabras como «imperdible» (lo que no puede perderse), «comestibles» (lo que debe ser comido), «dirigible» (que puede ser dirigido), «fusible» (lo que se puede fundir), «consumibles» (lo que hay que consumir), etc.